Cultura de Inocuidad Alimentaria
La cultura de inocuidad alimentaria está conformada por ideas, actitudes y conductas, tanto individuales como grupales, en torno a la inocuidad de los alimentos; que se practican y demuestran rutinariamente, se aprenden y mantienen en el tiempo en una empresa o grupo organizacional, definiendo la forma en que se hacen las cosas (Yiannas, 2009).
La Agencia promueve la cultura de inocuidad alimentaria como una política pública, desarrollando un enfoque metodológico y su aplicación para abordar la cultura de inocuidad alimentaria tanto en la industria como en la sociedad.
1- Modelo para desarrollar cultura de inocuidad en el sector productivo
El modelo se basa en el diagnóstico de todos aquellos aspectos relacionados a los riesgos en inocuidad alimentaria y su mitigación en la empresa. La caracterización del comportamiento del personal de la empresa y sus condicionantes frente a los riesgos alimentarios, a través de una medición tanto cualitativa, como cuantitativa. Finalmente, la definición de un Plan de Acción que permita mejorar el comportamiento del personal de la empresa frente a los riesgos alimentarios, a través de la intervención en sus condicionantes, e impacte positivamente en su mitigación.

2- Modelo Pedagógico
El modelo pedagógico busca promover comportamientos que reduzcan los riesgos asociados a la inocuidad alimentaria entre los estudiantes del sistema escolar chileno. Para ello, propone la incorporación progresiva de contenidos y actividades sobre inocuidad en el aula, vinculándolos directamente con los objetivos de aprendizaje del currículum nacional, mediante herramientas educativas diseñadas por la Agencia.
El modelo está concebido como un documento técnico dirigido a docentes que incluye una introducción con el propósito y fundamentos del modelo, seguida de la descripción de herramientas como El Extraño Micromundo de Karen, La Gran Carrera de la Inocuidad, La Trivia Alimentaria, entre otras, especificando su aplicabilidad por nivel educativo. Además, ofrece orientaciones pedagógicas, sugerencias didácticas, ejemplos de planificación y experiencias de aprendizaje adaptadas a distintos niveles —desde educación parvularia hasta técnico-profesional—. También incluye instrumentos de evaluación flexibles, que permiten a los docentes monitorear el progreso de los estudiantes en la adquisición de competencias clave relacionadas con la inocuidad.
Este enfoque considera la diversidad territorial, la interdisciplinariedad y la conexión directa con el currículum escolar, permitiendo adaptar el modelo a las realidades locales y a los desafíos específicos de cada comunidad educativa.